jueves, 20 de agosto de 2009

Primer madrigal desintoxicador de empalagamientos. Al nº 23 .

No atendía a mis pies, mirando el techo no se veían. No era de día ni de noche, seguía mirando el techo. Agotada de tu calor corporal, me giré para observar tu rostro. Tu boca estaba abierta, respirabas fuerte sin roncar. Tus ojos achinados de sus globos oculares perdidos. Pasé sobre ti para llegar al otro lado, así saltar de la cama. Mi codo se hundió bajo tu esternón, encontrando algo sólido en su recorrido, te revolviste en un amago fallido. A la vuelta de beber agua te empujé, primero con cariño, luego con eficacia. Me tumbé de medio lado, opuesta a ti, soñando estar sola en mi cama.

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