grandes y
desagradables
del
deslunado tanga
no tienen
fin.
Asustan
cual medusa,
desvelan
en el atardecer
a los
geranios infantes
de horas
bajas.
Las
bragas enormes
tanga
cual acceso
a la autopista,
de color
inventado
para no
transparentar,
se ven en
todos los
heladeros
ingleses y no
contemplan
barquillo alguno.
Las tanga
más bragas del mundo
se cuelan
en tus
horas de
yoga,
penetran
tu iris
y rebosan
salutación
al sol de
espanto.
Esas
coquetas cual teresianas
ondean
enredándose
con los
pantys más
largos
del universo,
¡No! ¡No
observes sus pinzas!
Perdidas
en el olvido
serán
patria en la
bandera
del vecindario.
Las
pisadas del vecino de
arriba no
amortiguarán
sus
vaivenes entre cuerdas.
Ni
cuerdas las
bragas
vendrán
a
entablar tendedero
a los
pasados
piropos
del viento.