miércoles, 2 de diciembre de 2009

La espuma de los días nunca viene - a Boris Vian

La espuma de los días
era el calor de tus brazos,
el roce de tu barbilla
tus cigarrillos apagados
rabiosos en medio de tanta
ceniza.

La espuma se fue creciendo
mientras tu nombre disminuía
los recuerdos menguaban
convirtiéndote en un ente
idealizado.

Flores blancas
asfixiaron los pulmones
de aquellas tardes, te fuiste
para encontrar un metro
a otra estación, volando
sobre montañas, lagos,
paises aciagos.

Vente Boris susurré
al cerrar tu libro,
las páginas se calmarán.
La estantería rompió
su calma entre otros dos
libros.

La espuma de los días
nunca viene,
se descubre entre páginas.

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